NI LOS LUJOS PUEDEN CON LA CUARENTENA
Rosa Benavides Ruiz, de nacionalidad peruana, migró hace 20 años a Illinois, Estados Unidos, tenía 30 años y se había enamorado por completo de un profesional de la empresa John Deere. Se casaron en el país norteamericano y juntos tuvieron3 hijos: Jersy (25 años); Charles (8) y Kayla (6). Hoy en día conforman una familia feliz que vive en la localidad de Sillys, Illinois en una casa bastante grande, con piscina, jardín y calefacción. Pero, durante el Estado de Emergencia promulgado por Donald Trump sienten que algo les falta.

Haciendo compras en cuarentena.
Su cumpleaños se celebra en casa cada 05 de mayo. La mamá de su esposo, Mary, organiza un banquete exquisito con potajes peruanos y americanos bastante especiales. Toda la familia, desde la suegra hasta el sobrino más pequeño, se reunen para celebrarle, hablar sobre negocios y cantarle su happy birthday (en inglés por supuesto). Sin embargo, desde que comenzó la pandemia por el Coronavirus, tuvo que pasar su cumpleaños solo con su familia más cercana.
Su esposo, Carlos Benavides, portugués muy serio y educado, se esforzó mucho por darle una sorpresa, le compró el bolso caro que ella quería y le preparó el desayuno: wafles con tocino. Sus hijos, le dieron un fuerte abrazo acompañado de una cartita escrita a mano: ¡Happy Birthday Mommy!
La vida en EE.UU es bastante práctica y cómoda, aun en tiempo de Coronavirus. Normalmente las tiendas comerciales siguen funcionando y los restaurantes hacen constantemente Delivery, sin pedir permiso, hasta horas de la noche. Lo único que ha cambiado es el alejamiento de los niños de las escuelas y algunas labores. Por eso, ahora su esposo está mucho tiempo en casa.
Durante el almuerzo, la familia estaba bastante silenciosa. Mientras comían la pizza Hawaiana, Rosa recuerda haberse sentido, por primera vez en todo el día, triste. Su esposo hablaba por teléfono y sus niños jugaban entre sí. Rosa comenzó a sentir un olor a nostalgia que era más fuerte que la comida, miró por mucho tiempo el reloj, como solía hacer, esperando a que llegara Mary(la madre de su esposo) quien venía con un pavo relleno y le estampaba un beso muy fuerte en la mejilla.

Una tarde del 05 de mayo, mis hijos y yo salimos a pasear.
Recuerda también extrañar a sus sobrinos, los niños que le daban vida a la casa, sus risotadas, sus pasos de gigantes hacían retumbar el lugar como si fuera un concierto de Linkin Park y Green Day juntos o así decía su esposo. Rosa los extrañaba muy tristemente, el teléfono nunca sonó a la hora del almuerzo. Sino 3 horas después, le estaba llamando Mary, Bonny y Max (familia de su esposo) para cantarle a la distancia y decirle palabras bonitas. Sin embargo, en Perú nadie recordó su cumpleaños, con un padre ya fallecido, Rosy no celebró una llamada de algún hermano o sobrino.
Su esposo siempre trataba de estar atento a su tristeza. Pero, el trabajo era primero. Le preguntó si le gustaría ir un momento al parque, que no está prohibido, y podían ver las aves y los patos de la laguna. Rosa recuerda que Carlos siempre estaba pendiente de ella. Pero, esta vez, no quiso salir a ningún lado.
Al final del día, se le antojó un helado con wafles. Con un esposo ocupado, saldría ella a comprárselo y caminar por las calles casi vacías de Silly, Illinois .Fue un momento triste, jamás había visto una calle vacía el día de su cumpleaños. Recuerda que, sus vecinos también solían visitarla a casa, pero ese día, nada de eso pasó.
Rosa sabe que los tiempos han cambiado, y por más lujos que se puedan tener, la familia y los amigos son parte esencial de su centro. La pandemia los ha alejado, está impidiendo besos, abrazos, reuniones de palabras en spanglish. Eso es algo que no podremos volver a tener, al menos no pudo tenerlo en su cumpleaños.